Se consideran trastornos del aprendizaje el rendimiento inferior de un individuo en lectura, cálculo o expresión escrita siempre y cuando no haya un factor negativo asociado, bien a su edad, a su nivel de escolarización (falta de oportunidades, factores socio-culturales),a su estado físico (visión o audición alteradas) o su nivel de inteligencia, que lo provocara.
Los trastornos interfieren no sólo en el ámbito escolar y académico, sino también en su vida cotidiana; suelen provocar una baja autoestima y problemas en las relaciones sociales. Estos trastornos pueden, además, persistir a lo largo de la vida adulta.
En los niños y adolescentes la tasa de abandono escolar, provocado por alguno de estos trastornos, se suele situar en torno a un 40 %.
Por lo general, podemos afirmar que el trastorno del cálculo y el trastorno de la escritura suelen darse en combinación con el trastorno de lectura.
En las personas que padecen trastorno de la lectura, también denominada dislexia, la lectura oral se caracteriza por distorsiones, sustituciones u omisiones. Y tanto la lectura oral como la lectura en silencio se caracterizan por lentitud y errores de comprensión.
Las personas con trastorno del cálculo o discalculia suelen tener asociado además algún otro trastorno y pueden también estar afectadas habilidades de tipo lingüístico (comprensión de términos matemáticos), habilidades perceptivas (reconocimiento de signo aritméticos o numéricos), habilidades de atención (reproducir correctamente los números, signos, etc.) y habilidades matemáticas (contar, tablas de multiplicar…)
El trastorno de la expresión escrita o disgrafía se manifiesta principalmente en una mala organización de la página respecto a los márgenes, las líneas, la separación entre palabras; letras ilegibles e inarmónicas, aplastadas o deformes; errores gramaticales y de puntuación; numerosas faltas de ortografía. Este trastorno suele ir acompañado de un déficit del lenguaje y problemas de motricidad fina.
María Nogales Psicografóloga y grafoterapeuta
